Santander.- "No he tenido nunca la impresión de sufrir y, aunque he pasado momentos difíciles, he tenido la sensación de inmensa felicidad haciendo teatro, y repetiría la vida de la misma manera", ha asegurado el actor, director y dramaturgo Albert Boadella, que ha recibido el IX Premio La Barraca a las Artes Escénicas de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. El rector de la UIMP, César Nombela, le ha hecho entrega de este galardón, con el que se reconoce a figuras de las artes escénicas de carácter nacional e internacional que mejor hayan contribuido a su difusión y conocimiento, como es el caso de Boadella, de quien Nombela ha destacado que "nos cautiva su agudeza e inteligencia, ya que solo desde esos parámetros cabe su capacidad para la sátira brillante y la transgresión catártica, basadas en el ejercicio de la libertad, lo que representa su gran aportación a la convivencia". En la ceremonia de entrega del IX Premio La Barraca han intervenido también el secretario general de la UIMP, Álvaro Gutiérrez, que ha dado cuenta del fallo del jurado, y el periodista y escritor Luis del Val como encargado de la laudatio.
El que ha sido hasta hace poco menos de un mes director artístico de los Teatros del Canal ha agradecido un premio que, de entrada, le gusta porque "hace referencia a un teatro hecho de forma muy sencilla, precaria y entre estudiantes", como el que hacía Federico García Lorca con su compañía La Barraca, y como Boadella entiende que tiene que ser este arte: "Muchas veces se tiende a pensar que los medios son esenciales para que el teatro funcione mejor, y eso no es así, el teatro, como todas las artes, está basado en un principio esencial: con lo mínimo, hacer lo máximo", ha explicado, haciendo mención a los sentimientos que provocó Diego Velázquez con tan solo "unos pigmentos y una tela", o los que puede hacer sentir un actor desnudo sobre un escenario: "Nos traslada a otro planeta, eso es la poesía y eso es el teatro. Está hecho con los mínimos elementos", ha añadido.
En su opinión, la profesión teatral la encarnan personas que, en principio, "tienen ciertas patologías, como puede ser el exhibicionismo", lo que les puede llevar a buscar solamente el éxito o el glamour, compensaciones que los que se dedican a este sector buscan en un primer momento: "Se trata de un oficio que empieza como un intento de lucirse ante los demás, pero hay algo en otros que les lleva a meterse en líos, a tratar de buscar más allá de la realidad", ha apuntado el actor, director y dramaturgo, que ha insistido en el peligro de los reconocimientos: "El aplauso es algo conmovedor y hay que tener cierta fuerza de voluntad para no desnudarse ahí delante". Lo más importante para él en esta profesión es "tener sentido de la observación, que es esencial, y sobre todo de la picaresca: somos picaros y hay que mirar la realidad con malicia", ha añadido.
Él, desde luego, lo ha demostrado a lo largo de su larga trayectoria, en la que lo más importante siempre ha sido el espectador: "La fuerza del convencimiento del espectador es potentísima", ha afirmado. Lo que pretendía era "aportar algo positivo a la sociedad", aunque eso le llevará a tener críticas que también ha agradecido, haciendo mención a sus adversarios. Pero lo que sin duda ha marcado su carrera es la compañía Els Joglars, con la que ha presentado una treintena de espectáculos durante más de cincuenta años: "El teatro es un arte colectivo y eso ha significado la mayor felicidad, Els Joglars. Lo que he vivido con ellos ha sido una autentica utopía", ha concluido.
Luis del Val ha sido el encargado de exponer en la laudatio que "Boadella no es solo un director, ni un dramaturgo, ni un magnífico actor, ni un ingenioso decorador de escenas", para reflexionar después sobre las dos grandes virtudes del premiado, al que ha descrito como minucioso observador y, por encima de todas las cosas: un hombre libre: "Ser un hombre libre es mucho más complicado que ser un minucioso observador, porque la sociedad que llamamos libre está llena de cárceles, de convenciones, de reglas, de leyes...", ha mencionado.
El periodista ha destacado la austeridad de la obra de Boadella, una austeridad que se ha hecho presente en sus diálogos "donde las perífrasis están contraindicadas por orden del autor "o en el vestuario. Pero, frente a esa austeridad, lo más relevante de su trabajo ha sido, en su opinión, el "derroche de talento" de un hombre que "nos ayuda a entender la vida, porque nos incita a pensar y a replantearnos esa vida, gracias a que un hombre libre ha pensado por nosotros". Del Val ha recordado algunos episodios en los que la polémica ha sido protagonista en el trabajo del autor: "Boadella ha mirado el poder, la autoridad, el ejército, la fama, la vanidad, y ya, en el paroxismo de la libertad, ha mirado a Els Joglars, o sea a su obra personal, artística y humana", ha señalado.
"Albert Boadella no nos debe nada, y nosotros, en cambio, le debemos el beneficio de su talento. Pero yo le suplicaría, le rogaría, que no nos prive de él. Necesitamos el ejemplo de los hombres libres, su mirada valiente, limpia y sin prejuicios, sus exageraciones y sus hipérboles que nos ayudarán, si no a ser mejores, al menos a no seguir por el camino del empeoramiento", ha concluido del Val.
Fotografía: Esteban Cobo/UIMP