Valencia.-El Ateneo Mercantil de Valencia, en colaboración con la Universitat de València, la Universidad Católica de Valencia (UCV) y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), ha organizado la conferencia Entre el odio, la indiferencia y la responsabilidad. El arriesgado oficio de la actividad política, impartida por Agustín DomingoMoratalla, director de la sede de la UIMP en Valencia. Ginés Marco, decano de Filosofía de la UCV, fue el encargado de cederle la palabra.
Durante la charla, el profesor Domingo señaló cómo en los últimos barómetros del CIS, la clase política "no es una fuente de solución para los problemas de los ciudadanos, sino un problema en sí mismo", y ha recordado la necesidad de plantear una relación estrecha entre convicciones y responsabilidades: "Frente a los grupos políticos que están promoviendo políticas de odio a través de planteamientos populistas, ha llegado el momento de recuperar políticas de concordia, de reconciliación y convicción" . Por eso, frente al discurso del odio, para el director de la UIMP la sociedad debe incentivar y promover discursos de concordia que fortalezcan "una ética de la responsabilidad convencida". A este respecto, repasó una lectura del sociólogo alemán Max Weber, quien también reivindicó en su día la necesidad de vincular vocación (para) y profesión (de), es decir, pensar a la vez "vivir de y para la política".
Por otro lado, Domingo también argumentó que esta ética de la responsabilidad no puede hacerse "sin esfuerzo, sin sacrificio y sin autoexamen personal", ya que el ejercicio del poder exige "mantener afinadas las cuerdas de la moral con las que se templa la actividad política". Vaclav Havel, político polaco, fue un referente en este campo porque animó a pensar la actividad política no desde el puro pragmatismo sino desde la ilusión, el autoexamen y la sobriedad moral existencial.
Por último, el conferenciante analizó el desprestigio de la profesión política en la sociedad de la información sin conocimiento: "Debemos preguntarnos si los medios de comunicación y las redes sociales están contribuyendo a una 'des-humanización' de la actividad política, cuando dilapidan el capital moral de quienes se dedican a la política", y recordó que la profesión política "no puede ser una vergüenza, sino un honor cívico".