Santander.- Jesús Fernández Hernández, presidente de la Fundación Fernando Rielo, Manuel Sánchez Monge, obispo de Santander, Juana Sánchez-Gey Venegas, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid y directora del Aula de Pensamiento de la Fundación Fernando Rielo, y Guillermo Díaz Pintos, vicesecretario general de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), han clausurado el curso de la IV Escuela De Humanidades, Metafísica y Mística Fernando Rielo. Retos Para un Nuevo Humanismo. Pensamiento, Arte y Educación que celebra la UIMP.
El presidente de la Fundación Fernando Rielo ha profundizado en la importancia que tiene la celebración de jornadas como la que ha acogido la UIMP “estas sesiones sirven para proclamar la no indiferencia y apuestan por la ternura y la misericordia. Como decía don Carlos Osoro, el modelo de esta ternura y misericordia es Jesucristo”. En línea con estas afirmaciones ha subrayado que “lo más difícil en la vida es la convivencia, convivir es un ejercicio que requiere respeto, comprensión, entendimiento y saber escuchar. Hay que guardar silencio, Dios emerge del silencio, no del rumor”, ha señalado.
Monseñor Sánchez Monge, ha afirmado que uno de los puntos de trabajo más necesarios en la actualidad es la educación, “hay que cultivarla con celeridad porque lo que puede venir como consecuencia de no tratarla de forma adecuada puede ser peligroso”. Así, ha incidido en que “la educación no está reñida con el nivel de estudios, todos pueden y todos deben educar”.
Por ello, el obispo de Santander ha recalcado que es esencial “superar la fragmentariedad y retomar una visión unitaria de la persona para fortalecer la experiencia que brindan las generaciones pasadas”.
Para concluir, el vicesecretario general de la UIMP ha valorado que “las sociedades tienen la obligación de encarrilar a las personas hacia el conocimiento de su propia identidad, y para llegar a la plenitud de este proceso hay que tratar de liberarse de las adherencias que nos ata este mundo y nos impide fluir”.
Fotografía: Juan Manuel Serrano Arce