Santander.- Con las manos manchadas de carboncillo, el pintor santanderino Eduardo Gruber ha comparecido ante los medios con motivo del taller El dibujo como pensamiento solitario, que imparte esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). El artista ha indicado que el título es una reivindicación de “la vida y fuerza personal del dibujo”, una técnica aparentemente menor “supeditada a la pintura”.
En uno de los apartados del taller, El dibujo planteado como obra final, Gruber propone que, en algunos casos, pequeños dibujos hechos en diez segundos pueden pasar de mero “apunte” a poseer “su propia vida” si el artista considera que funcionan como obra final. Según el pintor santanderino, en su práctica artística es un apasionado de los dibujos de gran formato, uno de los cuales se expondrá el próximo mes de septiembre en el Palacete del Embarcadero. “Un grafito impresionante” que no es habitual porque “se piensa que el dibujo es una cosa más íntima”, ha explicado.
La pieza, que se expondrá en Purgatorio, pertenece a una muestra que se organiza como una instalación cuyo hilo narrativo serpentea entre episodios aparentemente inconexos y, aunque todas las piezas han sido realizadas recientemente y con voluntad de formar un relato unitario, rompen la unidad estilística formando un grupo de diferentes resoluciones técnicas. A su vez, la selección de naturaleza heterogénea forma parte de la serie titulada Garaje GESAMTKUNSTWERK, una palabra alemana que utilizó por primera vez Richard Wagner al referirse a la ópera como la obra de arte total.
Gruber, que lleva trabajando en la serie más de cuatro años en su “garaje”, ha explicado que esta denominación es un homenaje a sus orígenes germanos y define el “espíritu” de un proceso creativo que involucra “escritura, escultura, pintura y dibujo”. En esta línea y como novedad, ha revelado el pintor en declaraciones a los medios, la exposición incluye una escultura inspirada en el cuadro El cisne amenazado de Jan Asselijn, fruto de un estado de ánimo óptimo del artista.
La vicerrectora de Extensión Universitaria y Enseñanzas del Español y otras lenguas de la UIMP, Montaña Cámara, presente en la rueda de prensa, ha recordado que el reconocido artista santanderino expuso por primera vez en el Palacete del Embarcadero en el año 1990. “Mi relación con Santander es muy íntima”, ha afirmado Gruber, y como resultado el mismo emplazamiento acogió Dejo el mundo encendido en 1995 y Riberas Urbanas en 2005.
Respecto a su ciudad, Gruber ha indicado que “un artista decide su lugar de trabajo”, en su caso Santander, lo que le convierte en “un artista periférico, con lo que ello conlleva”. Por un lado, permanecer en “tu ambiente, tu paisaje y tu intimidad” son puntos a favor. Sin embargo, esto supone estar “fuera de los centros de decisión, como dirían los políticos”, ha señalado.
Centro Botín
Como artista santanderino, la percepción de Gruber respecto a la inauguración del Centro Botín y el proyecto de la sede asociada al museo Reina Sofía es positiva, porque el clima cultural “enriquecerá seguro la ciudad”, que “de momento es una fiesta”. Sin embargo, a su juicio, desaprovechar la oportunidad de vincular el Archivo Lafuente a la región supondría evidenciar que “seríamos auténticos de Santander”.
Finalmente, en una reflexión sobre las artes plásticas, Gruber ha considerado que “no se habla para nada de arte en los telediarios”, con la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO) como excepción. En un contexto en el que predomina el arte “efímero”, el artista debe ser fiel a su obra “contra viento y marea” y ser autocrítico, ha afirmado el pintor.
Fotografía: Esteban Cobo