Santander.- La inspiración o dónde encuentran los artistas el maná de su arte, a veces, solo depende de identificar en el entorno que nos rodea el mejor vehículo para las ideas. La vida monástica, la renuncia o la música callada son el punto de partida que la poeta Menchu Gutiérrez ha propuesto antes de invitar a sus alumnos a realizar ejercicios de meditación y de escritura, con motivo de su Taller sobre Poéticas y técnicas del silencio.
La escritora ha ambientado una sesión con toques místicos a través de Música Callada, obra del compositor Federico Mompou inspirada en un verso de San Juan de la Cruz y que es expresión de su propio ideal estético: "una música que sea la voz del silencio". Asimismo, Gutiérrez ha recordado que el pianista italiano Ferruccio Busoni dijo que el espíritu de una obra de arte, la medida de la emoción y de su contenido humano, permanece inmutable en su valor a través del curso de los años. “Esto es como decir que la palabra va con nosotros también cuando estamos callados, cuando guardamos silencio”, ha señalado.
Y sobre este silencio, los místicos medievales ya se habían pronunciado y “no puede ser de forma más explícita”, ha señalado Gutiérrez. La mística Hadewijch de Amberes dijo: “Para todo lo terrenal se encuentran palabras y se puede decir en neerlandés, pero aquí no me sirve el neerlandés ni tampoco las palabras. A pesar de que conozco la lengua lo más a fondo que se puede, no me sirve para lo que acabo de mencionar y no conozco medio de expresarlo”.
Algo que la poeta, ha confesado, sufre en castellano para hablar de "las experiencias más profundas del corazón” y que, a pesar de reconocer la imposibilidad de expresarlas, encuentra el modo de insinuarlas en la palabra poética. “En esta última actitud, comunicar, reside el origen de la religión. El líder religioso decide comunicar la experiencia cumbre, de este modo, la segunda vida de la poesía, su secuela es una suerte de religión”, ha explicado.
En opinión de Gutiérrez existe un “poema de poemas” entendido como el origen desde una misma raíz porque, a su juicio, los poetas “siempre escriben el mismo poema, siempre vienen del mismo sitio y siempre hacen la misma pregunta desde distintos niveles”. ¿Existen grados de saturación de la nada? La autora de La niebla, tres veces ha preguntado a sus alumnos algunas de las cuestiones que ella misma se plantea en relación a la búsqueda del lenguaje poético por parte de la experiencia mística. “Llevar la lengua a lugares donde no ha estado nunca antes”, ha reflexionado.
Por otro lado, la también ensayista ha revelado a sus alumnos una experiencia que tuvo en la Capilla y Convento de las Capuchinas Sacramentarias de Tlalpan (México), obra del renombrado arquitecto mexicano Luis Barragán, “un lugar de profunda espiritualidad” que Gutiérrez tuvo “el placer de visitar”. Al percibir la fascinación de la poeta por el convento, su guía, una monja de clausura llamada Gabriela, reveló “sin proponérselo” un método de contemplación a partir de los colores que Barragán empleó en las paredes de la Iglesia, “algo indescriptible, con una luz fantástica y en un ambiente silencioso”.
Un método de meditación o vaciamiento a través del color que, para la reconocida escritora, es solo un ejemplo de todos los que se pueden utilizar porque “hay muchos vehículos para la meditación, como la respiración empleada por algunos místicos para alcanzar la nada”. Además ha añadido que en su experiencia, la meditación ha sido “siempre de manera natural”, aunque “hay estímulos que te ayudan en los pasos iniciales del estado de vaciamiento”.
Durante la sesión, las palabras se ilustraron con un fragmento de película, un vídeo y la fotografía Amanecer en un muro, todo ello con el objetivo de sensibilizar a los alumnos de forma previa a los ejercicios de escritura bajo la tutela de Gutiérrez.
Fotografía: UIMP 2017 | Esteban Cobo