Santander.- El encuentro La financiación del Terrorismo que organiza la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) ha contado con la participación del profesor de Ciencia Política de la Universidad de Pablo Olavide (UPO) de Sevilla, Manuel Ricardo Torres. El curso cuenta con la colaboración del Centro Memorial Víctimas del Terrorismo y la Fundación Víctimas del Terrorismo.
El profesor de la UPO ha recordado que cada nación ha tenido “una historia única” en cuanto al modo de implantación del radicalismo. En España los primeros indicios fueron en los años 80, por la llegada de personas provenientes del norte de África y de Oriente Medio “que buscaban un refugio donde continuar sus vidas”, aunque de estos grupos se derivaban también “personas que justificaban la violencia”. “En ese momento histórico, España en Occidente era una retaguardia estratégica”, ha explicado Torres, y además todas estas redes radicales “tampoco se mostraban violentas ni daban muestras de terrorismo”.
La guerra de la antigua Yugoslavia en los años 90, ha precisado Torres, fue para los yihadistas el nacimiento de “otro lugar donde los musulmanes estaban siendo masacrados por ser musulmanes”. En este contexto, según ha detallado el profesor de Ciencia Política, se hizo un llamamiento a la comunidad islámica “para acudir en socorro” y se intentó generar otro “escenario de movilización de lucha, de inspiración yihadista y de apoyo que envía y financia a personas que se unen”. Hasta ese momento la visión estratégica de los terroristas era “la islamización del mundo musulmán”, ha señalado, pero se produce un cambio que hace que se empiecen a enfocar en derrocar los regímenes que “contaminaban” y “desposeían” a las personas de su condición de musulmán.
El experto ha matizado que aunque se piense que el terrorismo nació con el 11-S, anteriormente ya hubo una serie de atentados que, aunque fracasaron, “algunos de ellos eran muy ambiciosos”. Como ha explicado, hay una creencia de que España fue arrastrada al terrorismo por su alianza con Estados Unidos, pero él se ha mostrado contrario a esto: “La realidad es que a mediados de los 90 ya estábamos en el foco de estos grupos”.
El profesor de la UPO ha explicado que la diferencia está en que “a partir del 11 de septiembre el yihadismo se convierte en el principal problema del planeta”. Esta nueva prioridad consiguió que se desarticulase la célula de Abu Dahda, la cual Torres ha considerado una de las más importantes que se desbarató después del 11-S”. A partir de esta persecución, “ellos perciben que ya se ha acabado su relativa impunidad”: “Ven con deseo de venganza a quien se interpone en la lucha de los musulmanes o ha detenido a sus hermanos”, ha puntualizado.
Ese deseo de saldar cuentas, según ha informado el experto, se vio reflejado en el atentado del 11-M al descubrir que muchos de sus líderes eran antiguos participantes de la célula de Abu Dahda, quienes no fueron detenidos por “las limitaciones judiciales de la época”. Este hecho llevó a implantar “unas medidas preventivas para sacar de la circulación a aquellos individuos potencialmente peligrosos”, pero como ha señalado el docente, “tuvo como coste que muchas detenciones ni siquiera culminaran en proceso judicial”.
En el mismo año del 11-M, ha explicado Torres que, de más de 200 personas detenidas por vinculación terrorista, solo se han producido 24 juicios y han sido condenados doce: “Hay un ratio de efectividad policial y judicial muy bajo”. Además, ha presentado los dos problemas actuales respecto a la detención de los radicales: uno sería la arquitectura jurídica y penal “no adaptada para luchar contra este terrorismo” y que provoca que muchos terminen en libertad, y el otro es el miedo de que ocurra otro atentado “que hace que las detenciones se ejecuten con cierta precipitación”.
El experto también se ha referido a datos de estudios del Real Instituto Elcano sobre los individuos implicados en actividades yihadistas en España, destacando la reciente incorporación de la mujer, no solo “para empuñar las armas sino también para atender a una familia o ayudar a su marido”. En cuanto a la nacionalidad, los estudios muestran que, actualmente, los terroristas son españoles pertenecientes a la segunda generación de inmigrantes que llegaron a España: “Tiene que ver con un conflicto de identidad. Se crea un conflicto entre lo que tú eres o lo que esperan de ti”.
Por último, ha querido destacar la importancia de la propaganda del Estado Islámico: “Se comunican como ningún otro grupo lo ha hecho antes. Esa capacidad de comunicarse empieza a preocupar en nuestro país”. Un ejemplo que ha dado de esta propaganda ha sido el uso de las consecuencias del atentado del 11-M, a través del cual muestran a sus seguidores cómo son capaces de “romper gobiernos, romper el país o alianzas”. Sin embargo, ha recalcado que no son los únicos que lo hacen, sino también el resto de bandaso