Santander.- El procés catalán y sus consecuencias a nivel social y política han sido objeto de reflexión en una mesa redonda celebrada en el marco del encuentro Anatomía del procés. Claves de la mayor crisis política española, que se ha celebrado esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). En ella han participado Argèlia Queralt, profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona (UB), Juan Arza, consultor de empresas y analista político, y Juan Rodríguez Teruel, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Valencia (UV).
Queralt, que ha ahondado en la vertiente jurídica de la situación, ha asegurado que el procés simplemente ha activado “una corriente subterrada que venía construyéndose hacía tiempo” y que ha abierto el debate respecto a “algunos tabúes, silencios y cuestiones sobre las que hasta ahora no cabía plantear dudas, como es el caso de la lengua”, ha asegurado.
Asimismo, después de reconocer que “hay una tensión como nunca se había vivido en Cataluña”, ha sostenido que la “supuesta revolución de las sonrisas” se ha fraguado sobre “eslóganes y medias verdades, cuando no falsedades. Una construcción ideológica que se ha vendido y se ha sabido comunicar muy bien, y a la que el anterior Gobierno no ha sabido poner freno comunicativo”, ha expresado.
Tras afirmar que “la división se ha instalado en la sociedad catalana”, la profesora de Derecho Constitucional de la UB ha recordado que la ruptura se produce el 6 y 7 de septiembre –cuando el Parlamento de Cataluña aprueba la ley del referéndum-, y que “el código penal no recoge lo que pasó como un delito de rebelión. Tienen que depurarse responsabilidades políticas y jurídicas, pero las medidas que se han tomado son desproporcionadas”.
Por su parte, Arza ha analizado las diferentes fracturas que el proceso independentista ha generado. “Entre los que tienen catalán como lengua habitual, aproximadamente el 90% son independentistas. Entre los que tienen el castellano, es prácticamente inverso. En torno al 80% no son independentistas”, ha explicado para refrendar la existencia de una fractura lingüística. “Es potencialmente peligroso que haya una correlación casi completa de que la lengua catalana se identifique con el independentismo”, ha añadido.
En lo relativo a la fractura territorial, el analista político ha reflejado que “en la zona de la costa, con mayor volumen de población, así como Lérida u otras zonas, vencen las fuerzas no independentistas. Mientras, existe una franja amplia en el interior con una fuerza del independentismo tremenda”.
Arza ha defendido que “hay una parte importante de los catalanes que está absolutamente alienada”, y que muchos de ellos “no reconoce en las instituciones del país a sus instituciones, sino que las ve como los instrumentos de sus enemigos, que además son financiados con sus propios impuestos”. Para finalizar, el también consultor de empresas ha precisado que actualmente Cataluña está “en el escenario de la fricción y va a ser difícil revertir la situación”. Una situación que “supondrá una merma económica y un desaprovechamiento potencial de nuestras capacidades como sociedad”, ha concluido.
Finalmente, Rodríguez Teruel, ha querido mostrar una perspectiva más amplia respecto a la situación catalana. “Cataluña es una manifestación de las transformaciones de largo alcance que se están produciendo en las democracias contemporáneas”, ha dicho.
Así, el profesor de Ciencia Política de la UV ha explicado que durante el procés se ha producido “un debilitamiento no abrupto, progresivo y estructural de los actores que en el último siglo y medio han contribuido a vincular la élite política con los ciudadanos: parlamentos, partidos políticos y también agentes sociales (sindicatos)”. Un debilitamiento que se fundamenta en tres elementos: la personalización de la política, la aparición de outsiders –“los partidos ya no son las máquinas de reclutar los dirigentes políticos”- y el creciente debilitamiento de las formas tradicionales de la política.
Esta combinación de elementos, ha sostenido Rodríguez Teruel, está generando una “pauperización de las élites políticas” y “genera pautas de comportamiento sobre la elección de partidos que se expresa en una considerable polarización. Hay una polarización manifiesta, pero muchos opinan que la nueva política la alimenta al apelar a las diferencias que hay de fondo” entre la población. “Quizá para cuando los nuevos actores políticos den cuenta de que los estados existen, y adopten situaciones pragmáticas, los ciudadanos estén menos dispuestos a volver al ambiente político de hace 10 o 15 años”, ha sentenciado.
Fotografía: Juan Manuel Serrano | UIMP 2018