Santander.- Desde el cambio climático a la cultura japonesa, todo se puede contar a través de la fotografía, en concreto, de las imágenes de Isabel Muñoz, que imparte Recorrido fotográfico, un Curso Magistral bajo el epígrafe El autor y su obra de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Tras cuarenta años de trabajo, pero con la misma curiosidad ante el mundo que la rodea, sus fotografías reflejan la luz del ser humano porque “hasta en las situaciones más duras, hasta en nuestras partes más oscuras, existe esa luz”.
Para la fotógrafa, el ser humano está compuesto por “luz y oscuridad” y reconoce que se ha pasado “toda la vida buscando esa luz” que procura contar y compartir con los espectadores. “Dar voz a esa persona a través del arte” para llegar, “donde a lo mejor, otra persona no hubiera entrado”.
A raíz de La antropología de los sentimientos, una retrospectiva sobre su obra expuesta recientemente en Madrid, Muñoz ha reflexionado sobre su trayectoria a través de “un recorrido por esa parte que no se ha mostrado nunca y que eres tú”. Y es que la selección de fotos muestra una parte de su obra que “estaba en los cajones, pero en la que yo me reconozco”, ha dicho.
Y en este contexto de introspección recala en la UIMP donde aborda varias de sus series fotográficas con la perspectiva que da la experiencia. “Tengo muy unida mi vida con lo que es la fotografía. De hecho no sé dónde empieza una y dónde acaba la otra, porque las dos son la misma cosa”, aunque, ha reconocido, sigue “presente esa Isabel curiosa, observadora y que pasa desapercibida” de su infancia. “Siempre hay un poso de esa niñez”.
Sin embargo, el “otro” ha estado muy presente en su evolución como artista y persona y tras La antropología de los sentimientos ha meditado sobre “el dolor ajeno que también es el tuyo”. Por eso, en su obra, “tanto el cuerpo, como la danza” los ha utilizado para “hablar del ser humano y, a través de la luz, contar y dar voz”. En este sentido, Muñoz confía en el poder de la palabra y la imagen para, de alguna manera, cambiar las cosas. “Yo creo en el ser humano y en que podemos cambiar”, y compartir esto es una “forma de mantenerte viva”, ha señalado.
En algunos de sus retratos, Muñoz ha revelado que su intención es ofrecer una mirada antropológica como pretexto para que “el foco vaya directamente al ser humano y no se pierda”. Para ello, en ocasiones, descontextualiza las imágenes en pos del “menos es más” y la consideración de que “cuanto más nos despejamos de cosas, somos más puros”.
Respecto a sus logros profesionales, Muñoz habla con especial cariño de su proyecto en Japón que, después de 25 años de trabajo, ha sido como “un regalo” y que valora porque sus “ojos no ven ahora de la misma forma que veían antes”. Aprendizaje que le va a permitir retratar “ese universo tan masculino del sumo, para poderlo compartir con otras mujeres”.
Además, la artista, premio Nacional de Fotografía 2016, va a exponer en el festival internacional KYOTOGRAPHIE, que se organiza una vez al año en Kyoto, debido a su interés por capturar los orígenes de la cultura japonesa como el Butoh (movimiento socio político), o la producción tradicional de hilos de seda en las islas Amami.
Este último tema surgió por su interés en plasmar un hecho: durante la época de shogunato (sistema de gobierno similar al feudalismo que se estableció en Japón desde el siglo XII hasta la restauración Meiji de 1868), los trabajadores de la seda se rebelaron contra las exigencias del Shogun enterrando toda su producción que, se tiñó de un tono negro de matices muy especiales fruto de la reacción química entre los hilos de seda –cuyo color original es rojizo–, en contacto con la tierra. Este último tema, se convirtió en la serie El samurái de la seda, su homenaje a “esa familia que tras doce generaciones sigue usando esa técnica”.
Fotografía circense
En la anteúltima jornada del Curso Magistral que imparte en la UIMP, la fotógrafa y sus alumnos han disfrutado de una sesión práctica con matices circenses. La fachada sur del Palacio de La Magdalena se ha convertido en un escenario ideal para la danza aérea de mano de la bailarina Teresa Jiménez, musa de Muñoz, que ha sido captada tanto por la fotógrafa como por sus pupilos.
Con un despliegue digno de la ocasión, Jiménez ha deleitado a todos los asistentes con las formas geométricas que dibujaba su cuerpo suspendido en el aire gracias a un montaje con telas acrobáticas rojas. En este ambiente artístico, Muñoz ha desplegado sus medios técnicos para fotografiar a la bailarina, mientras sus alumnos han aprendido en vivo de todo un referente de este arte, cómo es un set profesional y cómo se capta el instante mágico.
Fotografías: UIMP 2018 | Esteban Cobo