Santander.- Javier Urra, doctor en Psicología y exdefensor del Menor de la Comunidad de Madrid, ha ofrecido una perspectiva psicológica del tiempo, en su vertiente más subjetiva, mediante anécdotas, vivencias, hechos y, sobre todo, años de experiencia. “Sin duda, lo más importante, es la convivencia con uno mismo. Cuando logras conocerte, este se convierte en el momento más magnánimo o más terrible de tu vida”, así se ha pronunciado en el encuentro El Tiempo, en dos días: necesidad y ventajas de optimizar el tiempo que se celebra en la Universidad Internacional Menéndez Pelaya (UIMP).
En su dilatada experiencia personal, Urra ha encontrado suficientes ejemplos para ilustrar el valor del tiempo y, en definitiva, de la vida. Una reflexión que se gesta tras sesenta años “aprovechando el tiempo” y que se plasma en su extensa trayectoria profesional y sus numerosas publicaciones. Por ello, reniega de aquellos que dicen “no me da la vida” y considera que “el estrés es resultado de la incapacidad de la gente para manejar su tiempo”.
A su juicio, expresiones que usa la gente para referirse a su modo de vida como ‘matar el tiempo’ vendría a ser como “suicidarse por fascículos”. Este tipo de comentarios, ha explicado, se producen en “una sociedad profundamente inculta, en la que el 40% de los individuos que la forman no lee nada. Optimizar el tiempo tiene que ver con vivir apasionadamente y sin embargo, hay gente que no tiene ilusión, sobrevive, está muerta por miedo al desamor futuro. La cobardía humana”. Y es que para el psicólogo, el asunto está muy claro: “El tiempo hay que aprovecharlo en cosas que nos motivan y dan sentido a nuestra existencia”.
En este punto, ha considerado de vital importancia aprender a: convivir con uno mismo, relativizar los problemas y encontrar una razón de ser. “En general, la gente no está contenta consigo misma. Es nuestro deber fortalecer a los niños y motivarles porque la vida tiene que tener un sentido”, ha indicado.
Durante su ponencia, Urra ha señalado algunas patologías, como la depresión, y errores en los que incurre el ser humano como el autoengaño, la auto-culpabilidad o la elusión de la responsabilidad. Esta última “algo frecuente en nuestra sociedad que surge del conflicto entre lo que uno es y lo que quiere ser”. Numerosos factores complican “nuestra coexistencia con otros individuos”, la competitividad, el ego o la alta autoestima no favorecen las relaciones humanas. Y es que “es importante escuchar y escucharse” porque “las habilidades sociales facilitan la necesaria interacción con los demás”, una forma de “conocerse también a uno mismo”, ha explicado.
Por último, ha considerado esencial la capacidad de “manejarse en la incertidumbre” porque no ser “tan predecibles genera un mayor grado de libertad y capacidad crítica”. Además, en relación con el tiempo ha destacado que “el niño no es el futuro, el niño es el presente. Ustedes y yo somos lo que quedó del niño que fuimos”, por eso es “tan importante la infancia” y “asumir el paso del tiempo”.
Tiempo y salud
En la primera sesión de la mañana, la médica y decana de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Rey Juan Carlos, Carmen Gallardo, ha hablado sobre los hábitos saludables y cómo se relaciona la salud con el uso del tiempo. “No tener tiempo es el lema que preside la vida cotidiana. La falta de tiempo es la característica principal de nuestros días y no nos paramos a pensar en lo que supone esto en nuestra calidad de vida”, ha expuesto.
Y esto se debe a que, en la actualidad, la salud no es concebida solo como la ausencia de signos y síntomas. “La OMS redefinió la salud como el estado de completo bienestar físico, psíquico y social, y no solo la ausencia de enfermedad. Es decir, una evolución del concepto de salud más allá de lo físico”. Además, ha señalado que estos conceptos varían en el espacio y el tiempo resultado de una construcción social que entiende la salud como “un concepto determinado por la historia, no una realidad inmutable”.
Respecto a los hábitos saludables, para Gallardo cuidarse significa “conocer nuestras emociones, necesidades, o deseos; atender nuestras señales de dolor, cansancio, ansiedad, hambre y sueño; ocuparse de dormir cuando se tiene sueño o beber cuando se tiene sed, y, por último, potenciar aquellos recursos que ayudan al ser humano a funcionar mejor y a sentir un mayor bienestar”. En definitiva, se puede “carecer de salud sin sensación de malestar”, ha reiterado.
Fotografía: UIMP 2017 | Esteban Cobo