Santander.- “La muerte es la responsable de la belleza. La muerte actúa seleccionando y solo sobreviven los mejores. Por eso hay tanta armonía”. Son palabras de Juan Luis Arsuaga, director científico del Museo de la Evolución Humana y codirector del Equipo de Investigaciones de los Yacimientos Pleistocenos de Atapuerca (Burgos), para referirse a la selección natural, tema sobre el que ha disertado durante su participación en la VII Escuela de Psiquiatría y Ciencias de la Conducta «Carlos Castilla del Pino». La Evolución: la construcción de organismos, mentes y sistemas sociales. Hacia una visión integradora, que tiene lugar esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
Arsuaga ha expuesto las diferencias entre los trabajos de los naturalistas Charles Darwin y Alfred Russel Wallace, los dos máximos exponentes de la teoría de la evolución por selección natural, que se basa principalmente en la adaptación. “La perfección no se puede medir. No hay una especie mejor que otra. Lo que hay es una maravillosa adaptación de cada especie a su modo de vida, a su posición que ocupa en el ecosistema”, ha precisado.
Así, tras el acto inaugural, en el que han participado los directores de la Escuela, Manuel Trujillo y José María Valls, junto a Francisca G. Caballero, vicerrectora de Posgrado e Investigación, el paleoantropólogo ha identificado las diferencias entre los naturalistas respecto a un aspecto: la evolución de la mente. Diferencias que se derivan de su distinta relación con tribus primitivas, ya que Wallace interactuó directamente con ellas, mientras que Darwin simplemente las observaba. Arsuaga ha explicado que Wallace consideraba que la evolución de la mente no podía ser explicada a través de la selección natural, a pesar de ser, como él mismo se definía, “más darwinista que el propio Darwin”, ha dicho el director del Museo de la Evolución Humana.
“Wallace creía que igual había una conciencia cósmica, una inteligencia inmaterial que guiara la evolución de la mente humana”, ha explicado Arsuaga, una creencia que se derivaba de su conocimiento de los Dayak, una etnia indígena de la Isla de Borneo que tenía un desarrollo mental superior a lo que requería su adaptación al ambiente. “A Wallace le dejaba perplejo que un Dayak tuviera las mismas capacidades mentales que los occidentales, a pesar de que para su modo de vida le servían capacidades como las de un orangután”, ha concluido.
Fotografía: UIMP 2017 | Juan Manuel Serrano