Santander.- La alta comisionada para la lucha contra la pobreza infantil de la Presidencia del Gobierno, María Luisa Carcedo, la directora general de Servicios para la Familia y la Infancia de la Secretaría de Estado de Servicios Sociales, Maria Teresa Patiño, y el director del Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano de la Universidad Politécnica de Madrid (ITD-UPM), Carlos Mataix, han abordado durante una mesa redonda del curso ¿Cómo se impulsa la Agenda 2030 en España? Lecciones del primer examen de España ante Naciones Unidas, organizado por la Universidad Internacional Menendez Pelayo (UIMP), los objetivos que consideran más relevantes de la Agenda 2030.
Durante su intervención, la alta comisionada para la lucha contra la pobreza infantil ha destacado la desigualdad como la meta más importante dentro de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), ya que a partir de éste se conseguirían los demás: “Lo importante es cómo se distribuye la riqueza, no hay más”. Esta distribución, ha explicado, hace referencia tanto a la predistribución, que son las rentas de inicio de las familias, que tiene que ver con los salarios o las formas de acceder a los bienes, como a la redistribución, la cual ha calificado de “injusta y absolutamente represiva”.
Por su parte, Carcedo ha reconocido la gran labor de la ONU por haber conseguido incluir en la misma agenda los problemas de las personas y los del planeta que según ha expresado “no se pueden desasociar, somos seres biológicos y si el ecosistema falla, nosotros lo vamos a pasar muy mal”.
Carlos Mataix, por su lado, se ha centrado en el objetivo de la innovación, que “aparece como la gran esperanza” en todos los documentos de la agenda. Para lograr este objetivo ha defendido la idea de “abandonar las trayectorias por las que venimos e investigar qué tipo de innovación necesitamos”.
Para alcanzar la innovación que necesitamos en el futuro, ha expuesto tres aspectos en los que se tiene que trabajar: dirección de la innovación, distribución y diversidad. La dirección, según ha detallado Mataix, a pesar de que “nos hayan hecho creer que es destino del azar”, depende de decisiones que toman agentes y “especialmente algunos agentes influyentes como los inversores”. Por eso, el también profesor de universidad ha propuesto crear “una dirección clara” y el establecimiento de desafíos que “ilusionen a la comunidad de la ciencia y de la innovación, y así poder avanzar hacia los ODS”.
La distribución hace referencia a “la capacidad de absorción del conocimiento de la tecnología”, y en este ámbito, Mataix ha manifestado que aunque existen el conocimiento y la tecnología, “muchas veces no están disponibles ahí donde más se necesitan”. Por eso, se ha mostrado a favor de “crear infraestructuras que permitan adaptar el conocimiento y la ciencia a contextos locales que no son como los que predominan en países como el nuestro”.
“No podemos seguir confiando todo a los laboratorios, a los expertos y a los gabinetes de la gente más lista” ha añadido el director del ITD. La idea que ha propuesto como solución ha sido la de “incorporar la inteligencia social y colectiva” creando un contexto adecuado para que así la gente “se atreva a crear medidas, actuar o crear”.
Respecto a la cuestión de si es factible cumplir con los objetivos de la agenda, Mataix ha analizado los datos de anteriores proyectos y se ha mostrado dudoso. Sin embargo, ha recordado que en las predicciones “nos solemos equivocar”, por lo que hay que trabajar para entender la agenda 2030 como una gran transformación: “Se trata de hacer las cosas de modo distinto a como lo hemos hecho hasta ahora”.
Fotografía: Juan Manuel Serrano | UIMP 2018