Santander.- El coordinador del Área de Humanidades y Ciencias Sociales del CSIC y director del seminario, José Antonio Berenguer, ha propuesto para la última jornada de La evaluación en Humanidades y Ciencias sociales: retos y paradojas una mesa redonda, a modo de recapitulación, sobre las diferentes perspectivas que se han ofrecido durante la semana por algunos de sus más destacados protagonistas.
Entre ellos, Elías Sanz, director del Instituto de Evaluación de la Ciencia y la Universidad (INAECU) y catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid, ha reflexionado sobre las críticas, que ha considerado justificadas, a la evaluación en Humanidades y Ciencias sociales. Sin embargo, ha extendido el reproche a “los agentes sociales involucrados” y ha abogado por más “estrategias de investigación” en estas disciplinas.
Por su parte, Elea Giménez, directora del grupo de Investigación sobre el Libro Académico (ILIA), ha solicitado una “adecuación de las políticas de investigación, con metodologías adaptadas a las diferentes áreas”. En congruencia con “prácticas internacionales consolidadas”, Giménez ha expuesto que la solución puede estar en “una atención diferenciada a las Humanidades y a las Ciencias Sociales internacionales” y en alinear políticas científicas para tratar de “no fragmentar las prácticas de evaluación”.
En esta línea, Evaristo Jiménez, catedrático de Bibliometría de la Universidad de Granada, ha coincidido en la necesidad de “mantener unas reglas comunes” para la correcta valoración de las prácticas científicas de los investigadores, sin olvidar “la complejidad de los procesos evaluativos”.
Mientras, Juan Gorraiz, del Departamento de Biblioteconomía y Estrategias de Comunicación de la Universidad de Viena, ha indicado que la evaluación a nivel individual es “difícil y costosa”, y ha señalado al centro como responsable de establecer “qué requiere del investigador”. En definitiva, se trata de implementar “un diálogo entre las partes”.
Respecto al impacto de las investigaciones en la comunidad, Sanz ha incidido en la importancia de que los estudios en estas disciplinas científicas den resultados a la sociedad. “El sistema debería hacer partícipe a la ciudadanía de la actividad científica y, en este sentido, la industria debería ser más potente e innovadora aplicando el conocimiento que desarrollamos, porque no hay casi transferencia en la empresa”, ha explicado el catedrático.
Fotografía: UIMP 2017 | Juan Manuel Serrano