Santander.- Susana Abaitúa decidió que quería ser actriz al ver dos películas españolas: La vida de Carol y La Flaqueza del bolchevique. "Yo quiero hacer eso", se dijo entonces. Hoy, unos años más tarde, ese deseo ya es una realidad. Tras su estreno en el off del Teatro Lara de Madrid y unas cuantas funciones a sus espaldas, la adaptación del libro de Lorenzo Silva cierra el ciclo Noches en la Biblioteca de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) con la lectura dramatizada a cargo de esta joven actriz y de Adolfo Fernández, codirector del montaje junto a David Álvarez.
El proyecto, que ha estado varios años guardado en un cajón, es el tercer espectáculo en el que se ven la cara estos actores, que dan vida a un "narcoyupi" y a una "nínfula". "Todos estamos atrapados en una realidad que no nos gusta. Nos engañamos y, de manera inconsciente, se nos va pasando la vida sin rebelarnos frente a ese acontecimiento monótono y anodino que envuelve la sucesión de nuestros días", ha explicado Fernández al resumir el tema que trata esta lectura: dos personajes unidos por casualidad por un accidente de tráfico.
La relación entre ellos, caracterizada por una gran diferencia de edad, construye la esencia del montaje: "Él sabe que no puede hacer nada con ella, es un hombre de cincuenta y ocho años con una señorita de diecisiete. Está mal visto, pero es química pura, un encuentro onírico con el que descubre que ella no es tan niña, sino más mujer que todas con las que se relaciona, y él atesora un adolescente que no le corresponde", ha explicado. "Sabe que no puede dar ese paso y nunca se lo permitiría. Tiene actitud noble, no entra en esos pasajes oscuros y obscenos que acompañan a la Lolita de Nabokov", ha añadido.
El espectador está acostumbrado a ver al actor sevillano, que se reivindica como cómico, en papeles de villano, un rol del que se aleja con la obra de Silva: "Sí que hay bastante encasillamiento en muchos casos. Soy especialista en malos, y que no dejen de dármelos porque son los que me alimentan", ha asegurado. En su opinión, en la televisión muchas veces no hay tiempo para experimentos y los directores de casting llaman a los que están habituados a hacer un determinado papel. Asimismo, se ha referido a los jóvenes que empiezan con series y se hacen estrellas de la noche a la mañana: "Hay algunos que tienen una formación exquisita, igual que hay otros, yo no los llamaría actores, que han intervenido en una serie y se han pensado que todo iba a ser así", ha dicho.
No es el caso de Abaitúa, que en la actualidad compagina las funciones de La flaqueza del Bolchevique con las de La llamada, además de con el rodaje de esta última que ahora se está llevando al cine, y una serie en Cataluña. A su parecer, las cosas están cambiando, y los que empiezan en el mundo de la interpretación pueden hacer tanto cine como televisión o teatro: "Cada vez está todo más unido y se está repartiendo bastante. Me cuesta creer que algún actor que haya hecho cine no quiera hacer teatro, igual no ha tenido la oportunidad o tiene miedo", ha apuntado. En su caso, podría vivir sin una serie o sin cine, pero no sin subirse a un escenario: "Hay algo que me engancha. Aunque hoy en día se están haciendo series de televisión que son muy buenas, y si te toca una que está muy bien te va a dar para comprarte bien el pan y encima tienes un desarrollo del personaje, que en teatro solo es la obra", ha explicado.
Su personaje, ha dicho, tiene un punto en común con el que hace Fernández, y es que, "pese a la diferencia de edad, piensan de forma parecida". Ella es independiente y tiene carácter. Por eso, quizás, él la trata como una adulta: "No la trata como una niña, sino que le habla con la verdad y de ese modo no está entre algodones, que es a lo que está acostumbrada", ha destacado. Su papel ya lo interpretó María Valverde en la película dirigida por Manuel Martín Cuenca que le valió el Goya a Mejor actriz revelación en el 2003. Abaitúa no se plantea una comparación entre ambas: "En este caso el personaje es muy fiel al libro, la edad en la película está rebajada. Aquí se ve más la mujer que la niña, que en la película sucede al revés".
Fotografía: Esteban Cobo