Santander. –Hace doce años, D. se quedó sin trabajo en su Brasil natal y en busca de una oportunidad, cayó en una red de trata de seres humanos. Ahora es mediadora de Apramp, la asociación que la salvó y desde donde intenta ayudar a mujeres que están viviendo una pesadilla que ella ha revivido en una mesa redonda dentro del seminario Libertad de circulación, derechos humanos y seguridad de las fronteras que se celebra estos días en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. La han acompañado el comisario José Ángel González, jefe de la Brigada Central Contra la Trata de Seres Humanos (BCTSH), la psicóloga forense, María Paz Ruíz Tejedor, y la directora y productora de cine, Isabel Ocampo.
D. era estudiante de Derecho y trabajaba en un bufete de abogados. Tras perder su trabajo y quedarse sin dinero para pagar sus estudios, su supuesta mejor amiga le prometió un viaje a Europa para cambiar su suerte. Así, D. estaba convencida de que cuidaría a niños y ancianos, y al principio el viaje prometía: junto a otras mujeres volaron hasta Portugal, donde las trataron "como reinas". Una semana después, todo se torció: la dueña de la casa encerró a las jóvenes en una habitación y les reclamó "una lista con los gastos que habíamos tenido". Si no pagaban, tenían que atenerse a las consecuencias y en el caso de D. significaba poner a sus sobrinas en peligro. De hecho, la "casera" le dijo: "Las vamos a violar tanto que vamos a destrozar todas sus partes del cuerpo, y luego iremos a por tus hermanos".
Ahí, empezó la pesadilla. D. fue obligada a prostituirse ("Iba de club en club, cambiando cada 21 días porque, según nos decían, los clientes querían caras nuevas"), a beber y tomar drogas. Ahora sufre las consecuencias de estos vicios impuestos: ha sufrido un infarto y uno de sus riñones no funciona como debería, entre otras cosas.
Al intentar salir del mundo de la prostitución a D. le dieron "una paliza de muerte", pero de la mano de Apramp consiguió librarse de ese infierno. En su intervención, ha recordado que "las primeras semanas son extremadamente duras" y que "el sentimiento que más acompaña es el de soledad". También ha comentado que, a su juicio, ninguna joven que se dedica a la prostitución procede de "estructuras familiares sólidas" y ha evocado el momento en el que su padre se enteró del calvario que había sufrido: "Él preguntó: '¿Dónde me he equivocado para que le pase eso a una de mis hijas' y yo le contesté: 'Nunca has estado'".
La mesa redonda
En esta mesa redonda, D. ha afirmado que "hay diferencia entre prostituta y prostituida. La prostituida no lo elige y las secuelas quedan para siempre". "En mi opinión, no somos prostitutas, somos supervivientes de la trata", ha asegurado. Por ello, para ayudar a otras mujeres a sobrevivir a esta esclavitud del siglo XXI, D. ha apostado porque se acabe el consumo y ha considerado que "la solución no es legalizar la prostitución. Si lo haces, conviertes al proxeneta al empresario".
La directora Isabel Ocampo ha compartido con la audiencia algunos vídeos que muestran parte de su trabajo en la lucha contra la trata de mujeres. A su juicio, lo principal es "entender cómo funciona por dentro, ya que es un tema muy retorcido, que ataca a mujeres fuertes y que muchas de las veces los proxenetas se encargan de que no se den cuenta de que están siendo explotadas".
Por su parte, González ha agradecido "la valentía" de D. y ha asegurado que este testimonio es "la pura realidad" de un problema que "no se ha acabado". Igualmente ha apostado por la concienciación como principal arma para luchar contra la trata de seres humanos. Asimismo ha explicado que "desde una perspectiva policial lo que tenemos que intentar no es beneficiar a las víctimas, sino protegerlas y darles una nueva vida", tanto si son mujeres como hombres, pues el comisario también ha incidido en esta cara menos visible de la explotación sexual.
Por último, Ruiz Tejedor ha asegurado que "el testimonio de D. ha desmitificado tópicos" y que demuestra que "no todas las mujeres víctimas de trata están condenadas, con él se vislumbra que se puede salir". Y además, ha indicado que la solución pasa por hacer visible este "problema de concienciación social que muchas veces la población desconoce porque es una realidad oculta".
Fotografía: UIMP | Juan Manuel Serrano