Santander.- Los coches que se producen, las materias primas, o los alimentos, son fáciles de medir. Pero cuando hablamos de patrimonio ambiental y forestal es mucho más difícil de calibrar la riqueza de los países en este ámbito. A ello se dedica, junto a su equipo, Alejandro José Caparrós, director del Instituto de Políticas y Bienes Públicos (IPP) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que en el encuentro Ecosystem accounting: recent experiences and future developments ha expuesto el Simulated exchange values, método que simula simular como sería un mercado para ese tipo bienes.
“Nuestra propuesta es hacer una contabilidad ambiental de los recursos naturales, los paisajes o su uso recreativo, similar a la contabilidad nacional que tenemos para los productos comerciales”, ha explicado Caparrós. El problema que surge, como ha evidenciado el director del IPP es el modo de valorar estos bienes. “En cuanto al uso recreativo, podemos contar el número de veces que la gente va al bosque, pero si lo queremos comparar con la riqueza generada en términos de producción y venta de coches, por ejemplo, tenemos que ponerle un precio.
El Simulated exchange values tiene por tanto en cuenta la demanda, lo que la gente está dispuesta a pagar por disfrutar de los recursos ambientales, y toma en cuenta los costes en que se incurren para producir este producto, por ejemplo una visita al espacio natural. Eso sí, Caparrós ha querido aclarar a este respecto, que “poner un precio a estas cosas es solo una herramienta para valorar el espacio natural, no implica que estemos defendiendo que se aplique”. De hecho, el investigador científico no se muestra partidario de ponerle precio a los accesos de las áreas naturales, una cuestión que considera “más política”, porque entre otros motivos “tiene consecuencias redistributivas”. Un aspecto que ha valorado como “irrelevante” para el método, que “sencillamente utiliza ese mercado hipotético para estimar un valor comparable con el de los bienes comerciales”, ha apuntado.
El director del IPP ha detallado qué valora este sistema dentro del espacio forestal y natural. “Valoramos la madera o el corcho -uno de los recursos más importantes en la parte comercial-, pero también el pastoreo que hacen los animales, la caza o la recolección de setas”, ha detallado, a lo que se añaden además “el uso recreativo de estas áreas, la fijación de carbono por los bosques, la valoración del propio paisaje o de la conservación de las especies en peligro de extinción”, ha precisado Caparrós.
El método se ha puesto ya en práctica en el estudio del ámbito geográfico de Andalucía, pues fue la propia Junta quien lo encargó y financió, y cuyos resultados se presentaron en 2010. “El objetivo es tener una idea de qué zonas son las que más contribuyen a la riqueza de la región, pero con una ampliación del concepto de riqueza, no solo la parte comercial, sino también la ambiental”, ha explicado el investigador científico.
Finalmente, Caparrós ha asegurado que “hay todo un movimiento de hacer esto en otras áreas”, y ha detallado que se han comenzado a desarrollar iniciativas y estudios de este tipo a nivel europeo, y el Banco Mundial, dentro del programa WAVES, está financiando iniciativas similares en países en desarrollo.
Fotografía: Juan Manuel Serrano | UIMP 2018