Santander.- Al novelista Luis Landero los Martes Literarios le pillan en San Vicente de la Barquera, donde lleva años veraneando. "Ahora mismo estoy corrigiendo mi próxima novela junto al mar, una tarea grata y fácil, a la par que apasionante", ha señalado el autor de Alburquerque, que se considera "un veterano de la casa", ya que por quinta vez se sube a la tribuna literaria de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, que organiza en colaboración con El Diario Montañés.
"La salud de la literatura es paralela a la salud de la sociedad y el paisaje que percibo no me gusta nada", ha afirmado. Asimismo ha reflexionado sobre la situación actual, en la que un videojuego está cobrando cada vez más protagonismo: "El hecho de que muchos adultos jueguen a los Pokémon demuestra que vivimos en una sociedad pueril", ha advertido. En su opinión, es normal que los niños se diviertan con estas aplicaciones, algo que, por otro lado, no entiende que suceda en los adultos. Este hecho, dice, "da cuenta de que nos encontramos en una sociedad intelectualmente enferma" en la que las redes sociales han pasado a ser demasiado importantes: "¿Con este panorama cómo se va a leer, si se trata de una actividad que supone recogimiento y soledad, además de madurez?, se ha preguntado. Él solo abre Twitter o Facebook "de vez en cuando, para ver las tonterías que se dicen por ahí".
Gracias a su ópera prima Juegos de la edad tardía, consiguió el Premio Nacional de Literatura y el Premio de la Crítica en 1989, galardones que lejos de fortalecerle como escritor "le crearon inseguridad". A su parecer, lo mejor que se puede hacer en estos casos es relativizar los triunfos: "El éxito es la tarea de escribir y lo demás es externo", ha asegurado el escritor que además ha trabajado muchos años en la docencia en universidades como Yale o la Complutense de Madrid: "No soy un profesor que ha escrito. Al revés, soy un escritor que en sus horas libres enseña, porque lo más importante para mí es escribir".
A nada que se indague sobre su trayectoria en Internet, se puede observar que son varios los que destacan las "influencias cervantinas" en sus trabajos. Una exageración para el autor de El balcón en invierno que admira tanto a Miguel de Cervantes, entre otras cosas, porque en el Quijote trató "el gran tema de la existencia": la relación del hombre con sus sueños, lo que es y lo que siempre ha querido ser. "Todos somos cervantinos, las huellas de Cervantes están por todas partes", ha insistido.
Landero ha explicado que seguir los pasos del manco de Lepanto no garantiza que una novela sea una obra de arte o no, sino que el éxito es "un misterio muy bien guardado" y que, en muchas ocasiones, no tiene nada que ver con la escritura o la calidad, sino con "algo etéreo que puede llamarse encanto" y que consigue "una revolución en el alma" del lector.