Miguel Magdalena acerca el lenguaje musical a sus alumnos para que logren “musicar una escena”

Santander.- La música es un elemento más de la creación artística. Idea que el actor, productor y director musical, Miguel Magdalena, fundador de la compañía Ron Lalá, comparte en el Taller de introducción a la música en el teatro de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). En el mismo, intenta quitar a los alumnos “la sensación de estar ante un lenguaje mágico” en pos de un uso de la música sin prejuicios ni tapujos.

Para Magdalena, es erróneo plantearse la música como “un regalo que le han dado los dioses a algunas personas en el mundo” porque “la música nos pertenece a todos y a todas desde que íbamos en taparrabos”. Por ello, el objetivo de esta iniciativa académica es que las personas relacionadas con el teatro puedan tener criterios en sus adaptaciones, montajes y escenas: “Intento que la gente que no está familiarizada con este lenguaje entre en la dinámica lo antes posible y le pierda respeto a lo que parece la ciencia musical”.

Todo ello con un deliberado carácter práctico: “La idea del curso es que acaben tocando”. La intención del director musical de la compañía Ron Lalá es clara, sus pupilos tienen que “musicar una escena que elijan ellos o que les proponga con instrumentos en directo, para que piquen el anzuelo y vean la diferencia real”. Con diferencia real, Magdalena se ha referido a que “la energía del directo no tiene nada que ver con la que desprende la música grabada”.

De alguna forma, el intérprete pretende con el taller que sus alumnos sean capaces de “desplegar lo aprendido durante el curso” así como poner en práctica “los conceptos a los que hay que asirse para poder hacer la música de una escena, porque la creatividad funciona con el trabajo”. Algo que se practica en Ron Lalá donde se trabaja en “el aquí y el ahora, en la sala de ensayos”. Normalmente, ha comentado, el libreto, que acaba siendo el texto de la función, es “el número 14 o 15” y lo mismo sucede con los temas musicales “una vez que se empiezan los ensayos”.

Todo el curso estará salpicado por la experiencia de Magdalena, que ha desarrollado una dilatada carrera en el ámbito de la escena y que ha desvelado que en su compañía trabajan en dos direcciones: “Desde la música que está concebida porque dramatúrgicamente se necesita, ayuda o remarca un aspecto del libreto, pero también en la otra dirección”. Y, ha añadido, cuando “la música es lo primero, generalmente, ya no necesitamos dramaturgia porque la música se convierte en el hilo”.

Con el premio MAX al mejor espectáculo musical por Cervantina en 2017 quedó plasmado hasta qué punto la música forma parte del lenguaje de la compañía teatral. "Podemos hacer un espectáculo sin luces, pero no podemos hacerlo sin sonido" y es que la música es una parte "fundamental del lenguaje de Ron Lalá". Para Magdalena, hay una característica que define la compañía y que incide en este punto: "La música se ejecuta en directo".

Respecto a la situación de este campo en España, el director musical ha denunciado la carencia de “un programa de Educación Media y Superior, incluso básica, que incluya la música moderna”. A su juicio, “te hace estar 70 años por detrás” que una persona que toque la batería “en un país como España, no se pueda titular”. Ya que, así como en otros países “sí hay un sistema que incluye este tipo de formación, aquí solo tenemos nuestra formación oficial en la que solo tiene cabida lo clásico”.

Este “vacío bastante importante", aplicado a las artes escénicas, hace que el mundo de la composición para el teatro “sea muy ambiguo” donde, además, los músicos “no suelen formar parte desde el inicio del proceso sino que ya ven la obra montada, una cosa un poco extraña e impersonal”. Para Magdalena, un músico debe estar desde el principio del proceso creativo porque “la música es un recurso que enriquece la obra”.

 

Fotografías: Esteban Cobo | UIMP 2018