Santander.- El holandés Cees Nooteboom escribe en uno de sus poemas: Quien no somos/quien nosotros mismos somos. / Quien está sobre las palabras/quien está en las palabras/ quien está junto al pensamiento/ quien es el pensamiento/ ¿Quién deja la huella/ en la blanca arena/ de la página?/ ¿Y quién lo explica? En el Curso Magistral Cartografía Nooteboom el propio escritor ha ahondado en su esencia literaria marcada por sus viajes, las experiencias vividas y las influencias de otros artistas en su obra, tema que ha abordado en esta última jornada.
La última conversación entre Jorge Carrión, escritor y doctor en Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra, y el prolífico literato ha desvelado, en primer lugar, la dimensión plástica de su obra y su método para traducir las imágenes en palabras: “Yo no soy un académico, en mi cabeza hay una veneración por el arte”. En concreto, ha destacado la obra de El Bosco, “algo nuestro [de los holandeses] y a la vez universal”, del que se ha confesado un fiel admirador. Con motivo de su participación en el documental El Bosco. Jardín de los sueños, Nooteboom tuvo la oportunidad de confrontarse a solas al Jardín de las delicias en el museo del Prado, la creación más compleja y enigmática del Bosco “años después de haber visto sus inolvidables pinturas”.
El eterno aspirante al Nobel de Literatura escribió la novela El Bosco: un oscuro presentimiento donde ofrece un punto de vista, sobre cuadros como Cristo con la Cruz a cuestas o Ecce Homo, a través de los recuerdos que ha ido atesorando en los últimos sesenta años.
Tras admirar a otros pintores holandeses del siglo XIX como Johannes Vermeer, “tan natural que es místico”, y a otros extranjeros como Picasso, “un fuera de serie” o Carpaccio, el escritor ha enfatizado su interés en las miradas de los personajes retratados en los cuadros de Rembrandt Flora y Old Jew, donde los protagonistas permanecen en el “ahora” a través de sus ojos, que en Old Jew muestran el “pasado y futuro del pueblo judío”.
Por otro lado, Nooteboom ha citado a algunos poetas a los que tradujo cuando trabajaba en la extinta revista holandesa Avenue como Blas de Otero, Jaime Gil de Biedma o Borges, este último “un gran sabio que podía ser muy venenoso hablando de otra gente” y “al que vi una sola vez en Londres”.
En el acto de clausura y acompañado por el vicesecretario general de la UIMP, Guillermo Díaz Pintos, el autor ha concluido que “ha sido un placer ser profesor porque soy lo contrario. Los escritores somos solitarios pero con la ayuda de Jorge Carrión esta experiencia ha sido muy interesante”.
Fotografía: Esteban Cobo