Santander.– El método y la disciplina en el oficio de escribidor no impiden que se geste el milagro de la literatura. Esa ha sido la conclusión de las palabras del Premio Nobel Mario Vargas Llosa en una rueda de prensa celebrada en el Palacio de la Magdalena con motivo de su investidura como Doctor Honoris Causa por la UIMP y en la que el escritor ha agradecido a todos los que han participado en la "conspiración amistosa" para honrarle con esta distinción.
En la cita ante los medios de comunicación, Vargas Llosa ha relatado cómo su perseverante trabajo cotidiano "los siete días de la semana" y su resultado final, ya se trate de una novela, un ensayo o una obra teatral, nunca son lo mismo al final para el creador que a los ojos de los lectores y la crítica.
El homenajeado ha reconocido que "la vena literaria se convierte en lo fundamental en mi vida", y con el mismo énfasis ha añadido que "nací con la idea de que, aunque tenga la literatura como primera actividad, debo participar en la vida pública, es la obligación de todo ciudadano. Pertenezco a una generación muy comprometida que vinculaba el quehacer literario a la actividad cívica y pública. En una época de dictaduras resultaba obligatorio".
Sobre su labor en la escritura, el Nobel ha añadido cómo "a la hora de escribir se abren compuertas de emociones, pasiones, instintos que emergen del subconsciente", y ha tratado de explicar cómo nacen sus historias: "Nunca he sabido con objetividad por qué ciertas experiencias son tan fecundas y otras no dejan huellas. Me salen de adentro, de mi propia experiencia vivida, lo vivido siempre ha sido mi materia prima".
Además, el autor ha definido su trabajo de escritor como algo solitario, "uno se aísla", ha dicho. Después, los escritores viven una pregunta sin respuesta sobre lo que pasa cuando el libro llega al lector: "Sale de nosotros y se independiza. Aquello que toma días, meses y años tiene una razón de ser si encuentra un hueco entre los lectores", ha asegurado.
Los libros cobran así una nueva dimensión ajena a la voluntad de quien los escribe, de la que Vargas Llosa ha puesto como perfecto ejemplo a Balzac, quien "nunca pretendió ser un crítico de su época ni fue consciente de serlo".
En referencia a su última novela, Cinco Esquinas, ha dicho que "refleja la penalización que ejercía el dictador Fujimori a los críticos de su régimen. Los intimidaba y castigaba, y así, muchos periodistas fueron reclutados para que escribiesen a su favor", ha asegurado el autor. El novelista ha dicho también que "considero el periodismo fuente principal de la escritura y significa la manera de estar insertado en la realidad".
Vargas Llosa también ha mostrado su preocupación sobre el futuro del libro y sobre si sobrevivirá "a la pantalla", según ha apuntado. No tiene una respuesta a esa incógnita, pero le gustaría "que coexistieran".
Prensa del corazón
En referencia a su convivencia con la prensa del corazón, el novelista ha dicho: "No ha sido una elección mía. He llegado de forma indirecta y responde a una necesidad de nuestra época, que busca a través de la información el entretenimiento, por el interés que provoca en el público la vida privada de algunos". Considera que esto le ha dado a la prensa "un sesgo peligroso y basado en la 'chismografía' que banaliza de algún modo y contamina a la prensa seria".
También se ha referido a la transición y a la situación política actual en España: "El cambio de un país cerrado a su apertura y su paso de la pobreza a la prosperidad sirvieron de modelo a muchos países como Chile. El bipartidismo que protagonizó el proceso de la modernización de España ahora se ha terminado y ha llegado el momento de las alianzas políticas, con transacciones mutuas. A pesar de que las diferencias políticas son enormes, existe un hecho de consenso, y es la necesidad de acuerdos que impidan las terceras elecciones".
Por su parte, el rector César Nombela ha definido a Marcos Vargas Llosa como "el más europeo de los escritores latinoamericanos, dominador de espacios y tiempos novelísticos, y comprometido con la libertad y la tolerancia".
Fotografía: UIMP 2016 | Juan Manuel Serrano